Por aquellos yermos y fríos páramos, azotados por los elementos y bajo la luna pálida, dos seres taciturnos confabulados con oscuras criaturas, dialogan, quebrantando la sombría noche.
_Cariño mío, te noto muy fría
y distante.
_Quizás tengas razón vida
mía, pero es que últimamente no duermo muy bien.
_¿Como es eso amor mío?
_Tu murciélago Draculón es
muy pesado, no deja de aletear y restregarse cada noche en mi oreja.
_Esta peluda y alada bestia.
Tendré que encerrarla en el más oscuro sótano y alimentarla solo de pan y agua.
Draculón que revoloteaba tranquilamente tras ellos, al
escuchar esto, grita lleno de rabia:
_¡ No, no… agua no! Por lo
menos sangría.
Narciso del Río
Narciso del Río
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