Sobre la mesa hay una botella
de vodka, un vaso medio lleno y un gran sobre.
Una mujer da un trago del
vaso, coge el sobre y al abrirlo caen los trozos de una foto al suelo.
Reconstruye la foto y ve que
es su propia cara.
Su mirada se fija en la foto
de un hombre que hay sobre un mueble. Mira esta foto con apatía e indiferencia.
Bebe lo que queda del vaso y
lo vuelve a llenar.
Se acerca hacia la foto del
hombre y esboza una leve sonrisa, la lleva
hacia sus labios besándola, como si se despidiera de un amigo para
siempre. La vuelve a mirar indiferente,
golpeándola segundos más tarde contra la mesa, rompiendo el cristal que la
cubre.
La foto del hombre termina
uniéndose en el suelo sobre la de la mujer
Después de beber
nuevamente del vaso su mirada se
pierden algún punto de la habitación, mientras uno de sus pies aplasta la foto
del hombre, llegando a cortarse con alguno de los cristales del marco, aunque su cara no muestra la menor expresión de
dolor.
La mujer decide darse una ducha,
comienza a quitarse la ropa y abre la llave del agua.
El cuarto de baño se llena de
una espesa niebla procedente del vapor.
El agua cae sobre ella,
cuando durante breves segundos cree distinguir através del vapor la figura de
una persona.
Sin embargo continúa
duchándose sin ninguna inquietud.
Después de la ducha la mujer
va a su dormitorio y decide vestirse,
eligiendo cuidadosamente sus mejores prendas. Ya vestida, ante el espejo
empieza a peinarse y más tarde se maquilla los ojos, labios y uñas.
Se sirve un nuevo vaso de
vodka; abre un cajón, sacando un frasco de pastillas y tragándoselas
prácticamente todas da un largo trago del vaso.
En la puerta de la
habitación cree distinguir de nuevo la
figura indefinida de una persona que parece estar esperando.
La mujer se dirige muy
despacio hacia la cama y dejándose caer
en ella abre los brazos esperando
que por fin se acerque La
Muerte a poseerla.
Narciso del Río
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